Trabajo, carrera o propósito: ¿Qué mueve a las personas?
A
menudo, ante una o un grupo de personas, me surge esta pregunta ¿A esta persona qué le mueve? Mantengo contacto mensual con más de cien personas de forma regular; participantes de talleres de desarrollo profesional, procesos de acompañamiento individual o empresas que buscan nuevas ideas y estrategias para ser más competitivos. Es habitual. Cuando surgen cuestiones de motivación aparecen tres grandes grupos.
Los que quieren un trabajo
Existen muchísimas personas que cambian su tiempo por dinero, y no tienen un deseo especial de sentir una gran motivación o tal vez han aprendido a no esperarla; quieren un trabajo que tenga las reglas claras, un jefe que no estropee la motivación que traen de casa, las prestaciones definidas y en el que puedan confiar que existirá a largo plazo para construir un proyecto vital. No es poco. Buena gente. Sostienen la organización con su día a día.
Los que quieren carrera profesional
Para otros, que quieren progresar, su foco tiene que ver con el desarrollo profesional, muchas veces en sentido clásico, de promoción. Son profesionales que “leen” las reglas del juego de su organización y hacen lo necesario para ir hacia adelante en la escala de la empresa.
Les mueve mucho la idea de progreso, de avance, de potenciar sus talentos, etc. Muchas de las políticas de gestión de personas se dedican a ordenar y facilitar un sentido de “carrera profesional” para estas personas, así las necesidades de unos y de otros en el contexto profesional quedan aunadas.
Este colectivo suelen ser personas con empuje, que lideran internamente proyectos, intraemprendedores, hacedores, personas comprometidas con los valores de la organización. Muchos de ellos forman o formarán los equipos de responsables o directivos.
Éstos ayudan a las organizaciones a trabajar con empuje, a mejorar procesos, y servicios, a ir más allá… Los necesitamos en todas las empresas, aunque podamos cuestionarnos si el estilo que cada uno pone en juego para progresar, sea limpio, o simplemente respetuoso con los otros (eso es harina de otro costal).
Los raros
Les llamo raros en sentido estadístico, por que son pocos. Los raros son los que necesitan un propósito, este colectivo es menor, pero cada vez es más numeroso. Son personas que consideran que deben hacer una aportación, que su tarea debe tener un sentido más allá del beneficio del accionista o la satisfacción del cliente. Son personas comprometidas con aportar algo al mundo, responder a un “para qué”. El propósito responde al para qué existe una organización.
Este colectivo crece sin parar entre las nuevas generaciones de personas nacidas a finales del siglo XX y principios del XXI. Las personas que trabajan para una causa o propósito nos son trabajadores, tienen una misión que cumplir. Esta convicción les llena de energía porque hace significativo su día a día. Cuando trabajan para un propósito están enfocados y pueden sostener mejor los pequeños inconvenientes de la tarea y las molestias que les ocasionan. La desmotivación no existe para las personas conectadas a un propósito, salvo que no puedan hacer esa contribución en el contexto organizativo.
Las personas que se emplean en un propósito marcan una diferencia. Todo lo que hacen, y desde dónde lo hacen, tiene un impacto distinto y perceptible por compañeros, clientes y socios.
A muchos profesionales no les motiva nada generar mayor beneficio para el accionista, pero sí están dispuestos a comprometerse en algo para cambiar el mundo.
También las organizaciones necesitan, cada vez de forma más urgente, revisar sus propios ejes de coordenadas.
¿Cuántas organizaciones hoy tienen claro su propósito? No muchas, por lo que trato a diario.
Para las que tienen este propósito claro, ¿hasta dónde es conocido de su estructura?
Por lo que he vivido, llega a comité de dirección y algunos directivos de segundo nivel… Si no llega, no puede conectar a los profesionales y la aportación de éstos a la empresa y entonces la tarea decae.
Afortunadamente cada vez se observan más empresas sensibles a esta necesidad y que avanzan de forma decidida. Tal vez esta mirada nos ayude a crear más y más organizaciones en las que las personas quieran trabajar con las manos, la cabeza y el corazón.
Seguimos.
Toni Piniés
Manager de Talento. CEINSA