¿Hacia dónde van los salarios?
Cuando un directivo se plantea revisar la política retributiva de su empresa, no solo busca que haya una correcta alineación de la misma con los objetivos empresariales que se han establecido, sino también se ha de plantear que exista una correcta equidad interna y una adecuada competitividad externa. Pagar más o menos que sus competidores es una decisión estratégica que ha de ser tomada con perfecto conocimiento de causa. Los efectos de cada una de las alternativas han sido analizados en múltiples estudios y solo pueden conducir al éxito si han sido tomadas con plena consciencia.
Cuando se observan los salarios que hay fuera de la organización se utilizan las herramientas que el mercado pone a nuestra disposición, informes de retribución de empresas especializadas, estadísticas oficiales o estudios sectoriales. De vez en cuando, es necesario ampliar aún más el enfoque para intentar detectar las tendencias salariales globales. Vivimos en un mundo cada vez más interconectado y globalizado, aspectos que antes no tenían ninguna incidencia en nuestro día a día empresarial hoy pueden ser una clara amenaza. Mirar más allá de nuestra empresa, de nuestros clientes, de nuestro mercado y de nuestros competidores directos nos permite detectar tendencias globales que de otra forma nos podrían pasar desapercibidas.
Esto es lo que ha hecho el profesor de economía del MIT y de la Sloan Management School, John Van Reenen en un reciente estudio.
Reenem comprueba que lo que desde hace 60 años era aparentemente un dogma macroeconómico ha dejado de serlo. Nicholas Kaldor (1908-1986) fue un economista británico de origen húngaro y profesor en la London School of Economics y en el King´s College de la Universidad de Cambridge. Kaldor contribuyó al corpus teórico de Cambridge con una teoría sobre la distribución de la renta, en la que la distribución entre salarios y beneficios empresariales depende de la propensión a ahorrar de los capitalistas y de la tasa de crecimiento de la economía. Una de las derivadas que Kaldor determinó es que cada año los trabajadores obtenían en salarios dos tercios del Producto Interior Bruto y los propietarios del capital obtenían el tercio restante. (Obviamente mayores salarios implicaban menos puestos de trabajo y menores salarios representaban mayor ocupación). Esto fue considerado casi un dogma inmutable (Lord Keynes lo definió como “casi un milagro”)
Pero los milagros no duran. Desde hace tres décadas, pero sobre todo desde el cambio de siglo, la participación de los trabajadores en el PIB ha decrecido. En EEUU está actualmente en torno del 60 %, (6 puntos por debajo) pero en otros países la tendencia es la misma (Austria 57%, Finlandia 58%, Francia 52%, Alemania 59%, Italia 56%, Japón 54%, España 60%, Inglaterra 63%)
Se puede debatir sobre la magnitud de la caída, la cual a mayor o menor velocidad se está produciendo en todo el mundo. Pero en lo que están de acuerdo todos los economistas es que se trata de un problema que claramente tiende a crecer. Es la causa en donde aparecen las discrepancias.
Una de las hipótesis que se están barajando es la que algunos denominan “Robocalypse Now”, es decir la sustitución de salarios y mano de obra por robots. El rápido avance tecnológico ha permitido la caída del precio de los bienes de equipo, lo que permite a las empresas reemplazar personas con altos salarios por máquinas más baratas, por lo que la fracción del PIB que va a los trabajadores se reduce. El problema de esta hipótesis es que parte de la premisa de que las empresas tienen la flexibilidad para intercambiar fácilmente trabajo por capital. Es decir que el coste de sustitución de un puesto de trabajo por una máquina es claramente ventajoso ya que el bajo coste de las máquinas estimula dicha sustitución. La realidad empírica no sugiere que esto esté ocurriendo.
Otra de las hipótesis es que la deslocalización de la producción, en particular hacia Asia, ha provocado pérdidas de puesto de trabajo locales con su consiguiente impacto en la distribución de PIB del país. Sin embargo dos datos rebaten esta hipótesis:
- Este fenómeno también se está produciendo en China (y en otros países asiáticos captadores de producción deslocalizada)
- Este fenómeno no solo ocurre en sectores productivos sino también en sectores de distribución tanto mayorista como minorista.
Para Reenem existe otra posible hipótesis que es la que demuestra en su estudio. Antes, cuando una empresa mejoraba sus costes o la calidad de sus productos o servicios, acababa disfrutando de una mayor cuota de mercado. Las empresas más productivas eran las que acababan dominando un mercado mayor pero eso no preocupaba porque seguía habiendo mercado para todos. Pero la aparición de nuevos actores como Google, Apple y Amazon en el mundo digital o Walmart o Goldman Sachs en el mundo ofline, han cambiado las reglas del juego. Reenem las llama empresas “Superstar”.
No es que las empresas “Superstar” paguen salarios más bajos, al contrario tienden a pagar mejor a sus empleados. Lo que realmente caracteriza a estas empresas es que sus salarios representan un porcentaje sustancialmente inferior (respecto a otras empresas u otros sectores) de los ingresos por ventas. En realidad estas empresas consiguen un altísimo beneficio por empleado. Estas empresas, a medida que se van convirtiendo en una parte cada vez mayor de la economía, su participación global en los salarios y en la mano de obra en el PIB es cada vez menor.
Reenem formula las siguientes conclusiones avaladas por los datos obtenidos en su estudio.
- La concentración empresarial se está produciendo en la mayoría de los sectores industriales.
- Los sectores en donde la concentración es mayor, la participación de los salarios y de la mano de obra en el PIB en menor.
- La caída de la participación de los salarios y de la mano de obra en el PIB tiene un importante componente de reasignación entre las empresas ya que globalmente la media apenas ha disminuido.
- Esta reasignación entre empresas es mayor en los sectores en los que hay más concentración.
- Estos patrones generales se observan no sólo en Estados Unidos, sino también en los países europeos de la OCDE.
En concreto, la concentración empresarial es exageradamente alta en los sectores que más invierten en tecnología. Además suelen apoyar su estrategia de expansión con la externalización de lo que se consideran tareas que no aportan valor (logística, administración, atención telefónica, servicios auxiliares, etc) contribuyendo de esta forma a la reasignación comentada.
La aparición de empresas “Superstar”” no es consecuencia de una presunta manipulación de los mercados o de deficitarias leyes antimonopolio que buscan estafar a consumidores y empleados. Esta concentración de la actividad empresarial se está produciendo, a mayor o menor velocidad en todos los países. Pero, ¿cuál puede ser la causa? Una posibilidad es que la globalización y la comercialización casi sin limitaciones que permite internet, hace que las empresas más eficientes sean recompensadas con cuotas de mercado muchísimo mayores que las de antaño. De hecho los sectores en los que ha habido un índice de concentración empresarial superior son aquellos en los que ha existido una mejora sustancial en productividad e innovación.
Para Reenem esta evolución a una economía dominada por empresas “Superstar” implica dos riesgos que hay que conocer.
- Los salarios y los puestos de trabajo tienden a una progresiva disminución dentro de una economía en lenta expansión.
- Aunque las empresas “Superstar”” han alcanzado su actual posición de forma totalmente legitima, con una acertada utilización de las oportunidades existentes y después de haber tomado las decisiones más adecuadas, pueden estar tentadas a defender y consolidar su posición por medios menos benignos. Muchas de estas empresas están destinando una parte importante de sus beneficios a grupos de presión para proteger su actual posición de ventaja. Casi todas estas empresas están siguiendo estrategias para dificultar y casi imposibilitar la entrada de otros competidores en los mercados que controlan.
Microsoft se convirtió en casi un monopolio de los sistemas operativos por medio de una acertada innovación y a una sucesión de buenas y a veces arriesgadas decisiones, pero una vez lograda esta privilegiada posición hizo todo lo posible por mantener a los posibles competidores como Netscape fuera del que era “su” mercado. Cuando las empresas “Superstar” no consiguen contener a sus competidores optan por comprarlos, tal y como ha hecho recientemente Facebook con Instagram y WhatsApp.
Pero el riesgo más importante es que el dominio de estas empresas “Superstar” pueda contribuir a la caída del dinamismo económico y de la productividad, lo que acabaría consolidando aún más su poder. Para Reenem este proceso ya está en marcha.