Teletrabajo y presencialidad: la apuesta por un modelo híbrido
Según datos del INE, durante la etapa del confinamiento más duro, en España 3 millones de personas pasaron a trabajar de forma remota. Aunque fue una transición muy dura para las empresas, muchas de ellas no solo lograron adaptarse, sino que salieron reforzadas de este desafío, lo que ha hecho que no pocas reconsiderasen sus modelos de trabajo.
Mucho se ha escrito acerca de que el teletrabajo ha llegado para quedarse, pero ¿quiere esto decir que sustituirá a la tradicional modalidad presencial? La respuesta es no. Todo indica que el trabajo del futuro adoptará la forma de un enfoque híbrido que combina los beneficios de ambas opciones.
¿De qué hablamos cuando hablamos de modelo de trabajo híbrido?
Un modelo de trabajo híbrido sería aquél que combina de forma equitativa la modalidad presencial y la modalidad remota. No existe una única manera de aplicarlo, habrá tantos modelos híbridos como empresas y no solo eso, dentro de una misma compañía, puede ser necesario implementar diferentes formatos en función de las características y necesidades de cada puesto de trabajo.
Sí que es cierto que, una forma muy habitual de aplicarlo es manteniendo a una parte del personal trabajando permanentemente en la oficina y la otra combinando ambas modalidades.
El trabajo híbrido en cifras
Si la pandemia ha sido el gran acelerador del teletrabajo, la ‘nueva normalidad’ hará lo propio con los enfoques híbridos. Al fin y al cabo, a pesar de las evidentes ventajas que ha demostrado tener el trabajo remoto – según un informe del Grupo Adecco, el 64% de los trabajadores españoles siente que sus competencias digitales han mejorado durante la pandemia gracias al teletrabajo, por mencionar solo una –, la modalidad presencial también las tiene y lo óptimo es poder aprovechar los beneficios de ambos mundos.
En esta línea, el 77% de los participantes en el mencionado informe del Grupo Adecco consideran que el modelo ideal de trabajo es aquel que combina presencialidad y teletrabajo. Y, según datos de Buffer, este tipo de enfoques flexibles son especialmente atractivos para los millennials – el 84% quiere un mejor equilibrio vida-trabajo, el 54% expresa el deseo de tener un horario flexible y el 76% afirma estar dispuesto a cobrar menos por trabajar en un puesto con más horas flexibles.
Una fotografía de la actual situación nos la ofrece el ‘Barómetro Kaizen en RR. HH. 2020/21’: el 69% de los directores de RRHH humanos afirma que su empresa ya ha adoptado o adoptará un modelo de trabajo mixto tras la pandemia y, de estos, el 86% planea mantener 2 o más días de trabajo remoto a la semana.
A nivel internacional, son muchos los casos de grandes corporaciones que ya están transitando o han manifestado tener la intención de transitar hacia modelos de trabajo híbrido. Google es una de ellas y lo decidió después de que, en una encuesta realizada a sus empleados, el 62% manifestara el deseo de volver a las oficinas en algún momento, pero no a diario. Unilever, además de experimentar con la jornada laboral de 4 horas en Nueva Zelanda, también va en esta dirección y su CEO ha declarado que no cree que sus trabajadores de oficinas vuelvan nunca al trabajo presencial 5 días a la semana. Microsoft es otro ejemplo. La compañía permitirá a sus empleados trabajar desde casa durante, como mínimo, el 50% de su jornada laboral y los responsables de equipo podrán decidir aprobar el trabajo remoto permanente cuando sea posible. En estos casos, Microsoft cubrirá el coste de instalar una oficina en casa.
Un enfoque Win-Win
Trabajar de forma presencial favorece la socialización de los trabajadores, que se sientan vinculados a la empresa, comprometidos con ella. Además, gracias al trabajo en equipo, impulsa la innovación, la creatividad y el crecimiento profesional. Todo ello, acaba redundando en los resultados finales de la empresa y en su competitividad en el mercado. Por otro lado, la identidad y los valores culturales de la organización también son más fáciles de mantener y transmitir en un modelo presencial.
En el otro extremo, el trabajo en remoto también proporciona ventajas. Mejora la conciliación entre vida familiar y profesional, impulsa la digitalización del tejido empresarial, contribuye a reducir el impacto de la actividad en el medioambiente, reduce los costes operativos, el número de desplazamientos, etc. Y no menos importante, en tiempos de pandemia, ha permitido garantizar la continuidad de muchos negocios salvaguardando, al mismo tiempo, la salud de las personas.
El modelo de trabajo híbrido permite aprovechar lo mejor de estos dos mundos y podría ser el escenario ideal para algunas empresas, ya que combina la autonomía del trabajo en remoto con la sociabilidad de la oficina. Además, al depender menos de la localización geográfica de los candidatos, las empresas, a la hora de reclutar, tienen acceso a un pool de talento mucho más grande.
El pilar del éxito: contar con una estrategia clara
Está muy claro que el modelo tradicional de trabajo presencial debe evolucionar, pero dejarlo todo en manos del teletrabajo puede suponer perder ese plus de socialización que el primero ofrecía. El secreto está, como hemos visto, en adoptar un enfoque más flexible, el modelo de trabajo híbrido. No obstante, el éxito de su implementación depende de que la compañía cuente con una estrategia bien pensada.
Para empezar, es necesario definir claramente qué es el trabajo híbrido en cada caso, revisar las metas y objetivos corporativos para ajustarlos a este nuevo enfoque, identificar qué tareas son susceptibles de llevarse a cabo de forma remota y cuáles será necesario seguir realizando en la oficina y analizar el perfil de los trabajadores. A partir de aquí, cada empresa podrá decidir qué roles pueden optar al modelo híbrido garantizando un proceso justo y consistente. Asimismo, la compañía deberá dejar claro si adoptar la modalidad híbrida es voluntario u obligatorio para los empleados, cuáles son las reglas del juego, si se les compensará de alguna manera y cómo, de qué manera se medirá el rendimiento en ambos casos, etc.
En este punto entramos en el terreno de la comunicación. Para implementar con éxito un modelo de trabajo híbrido, la transparencia es un requisito importante, con respecto a lo mencionado en las anteriores líneas y también a qué se espera de los empleados, qué pueden esperar estos del liderazgo, cuál es el objetivo de implementarlo, qué pasos se seguirán, etc. Todo ello para que los trabajadores se sientan más integrados en el proceso y en el debate. En este sentido, juegan un papel clave encuestas, intranets, modelos de KPIs y sistemas de evaluación de desempeño adecuados a este trabajo híbrido.
Por otro lado, para navegar con éxito en este escenario, las empresas deben ofrecer a sus trabajadores un entorno que les proporcione la experiencia digital que necesitan para hacer su trabajo de forma productiva y eficiente. Así, adquirir las herramientas y tecnologías necesarias será imprescindible.
A estas alturas, pocos ponen en duda que los modelos de trabajo deben cambiar. Que es necesario huir de viejas inercias y transitar hacia modelos más flexibles capaces de adaptarse a cualquier disrupción que pueda llegar. Los modelos híbridos, al combinar lo mejor del teletrabajo y la presencialidad, son una gran opción. Obviamente, dependiendo de los sectores y los puestos a los que se aplique.
La tecnología necesaria para implementarlos ya la tenemos y en los últimos meses se ha probado sobradamente su eficiencia. Ahora queda quizás lo más difícil, que se produzca el cambio cultural necesario para dar el paso. Las organizaciones deben entender que, no apostar por la flexibilidad -de esta o de otras maneras-, podría ir en detrimento de su competitividad y de su capacidad de atraer y retener talento.